Primero empezamos por lo bueno, para empezar el paisaje de cada isla era muy diferenciado, Gran Canaria es una isla con una apariencia muy rupestre, no estaba demasiado superpoblada lo cual dejaba ver sus encantos en las pequeñas asentaciones. Las personas que habitan esta isla son tan características como sus casas, todas muy amables y encantadoras, sin una pizca de verguenza por preguntar quienes eramos y de dónde veníamos.
En Tenerife las cosas cambian, se nota un paisaje mucho más turístico, con varios sitios para poder visitar y poder aprender desde cosas básicas de ciencias hasta historia de la misma isla. Creo que para todos fue la isla donde más disfrutamos, pues podiamos respirar algo más de libertad en la ciudad.
Ahora viene lo malo, como todos ya sabeis la comida de Gran Canaria era realmente pésima, parecía que no eramos bienvenidos, ni siquiera el bocata era aceptable como aperitivo, lo más comestible era la fruta, a la cual le cambiaban los nombres, por ejemplo a los limones las llamaban naranjas, y nos engañaban dandonos pan de días atrás. Por alguna razón los ciudadanos de Gran Canarias no cuidaban demasiado la estética de los paisajes, dejando montones de basura a la vista de todos los turistas que recorrian las carreteras.
Pese a todo esto, para mi las calles me resultaban muy nostalgicas pues son muy parecidas a las de mi ciudad natal en Ecuador, por lo que no estoi descontento con ellas. Y con esto acabo con todo lo malo del viaje, es decir que lo pasamos muy mal en el albergue, pasamos hambre.
En resumen si pudiese repetir este viaje lo repetiría sin pensarlo. Pero con las mismas personas con quienes he ido.
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